Jornadas Sobre la Concienciación del Autismo. Parte 3

La especialista en neurología pediátrica Angelica Lorena Sánchez Dorantes en su conferencia, “Mitos y realidades sobre el uso de medicamentos para el TEA” definió la condición del Trastorno del Espectro Autista como una condición del neurodesarrollo del género biológico que, inicia en la infancia, donde hay alteraciones en la comunicación social y en la conducta con presencia de comportamientos e intereses repetitivos y restringidos.

Abunda que, el diagnóstico es clínico, o sea, con el interrogatorio de los antecedentes del paciente; los síntomas que ha tenido; también la observación del niño. Apoyo en pruebas de tamizaje. De igual forma, asistirse de estudios de laboratorio, pruebas psicométricas o en otras especialidades como la imagenología. Tampoco se diagnostica como si fuera una receta de cocina, depende mucho de los antecedentes del paciente. Más que nada se deben realizar diagnósticos diferenciales que pudieran parecerse al TEA y descartar otras condiciones asociadas.

Destaca que, es importante hablar de las comorbilidades en el autismo, “la comorbilidad es otra condición u otro trastorno que esté asociado al propio espectro autista, es decir, que el niño tenga otra condición que no sea TEA, y, eso es bastante frecuente; de hecho, es raro que el paciente con autismo tenga solo autismo. Generalmente en el 70 por ciento hay comorbilidades asociadas, que pueden ser desde trastornos neuropsiquiátricos, problemas de sueño, alergias, problemas gastrointestinales, problemas sensoriales. Realmente si se escarba más, siempre que haya TEA va a haber algo asociado”.
Dijo la especialista que los problemas de la conducta, el aprendizaje y la coordinación motora son importantes porque impacta en las funciones adaptativas de la vida diaria, por lo que todas las alteraciones influyen en su vida funcional.

Aclara la Dra. Sánchez Dorantes que no todos los niños con TEA tienen habilidades especiales, dice que, no es la regla que por lo regular no todos van a tener inteligencia por arriba de lo habitual, solo el 5 al 10 por ciento tienen habilidades especiales.

La intervención farmacológica

Sánchez Dorantes explica que, se piensa que automáticamente el niño con TEA debe ser medicado, sin embargo debe haber indicaciones muy precisas. Cuando se dan medicamentos es más que nada para tratar comorbilidades y para controlar un síntoma en específico que esté afectando su calidad de vida. Otra cosa importante, es que, quien prescriba los medicamentos deben ser pediatras que tienen una alta especialidad en el desarrollo, psiquiatras infantiles, o neurólogos pediatras y nadie más. Siempre se debe asegurar que el médico que los atienda sea especialista.

Los síntomas que requieren medicación

“No es bueno dar la receta de forma inmediata, se debe investigar qué cosa pone hiperactivo al niño, por ejemplo, puede estar consumiendo mucho dulce, chocolate, café, o que no duerma bien; que esté enfermo. Ya cuando hay agresión, los arrebatos con violencia, autolesiones, ansiedad comportamientos obsesivos compulsivos, comportamientos repetitivos, síntomas depresivos y la disfunción del sueño; es ahí donde ya se puede contemplar la medicación”.

Precisó que las manifestaciones clínicas de TEA varían en cada paciente, no hay un niño igual a otro, eso determina que el tratamiento sea individualizado y cada dosis es diferente porque, cambia el metabolismo en cada uno.

Enfatizó que los medicamentos en dosis muy altas pueden tener efectos secundarios por lo que se deben consultar con el médico para cualquier duda. Es algo en que no se les puede mentir a los papás, pero también se debe ser sinceros de lo que podemos esperar para que se pueda vigilar y evitar que suceda tales efectos.

El monitoreo

Cuando se empieza con la terapia farmacológica siempre se menciona que los niños con autismo son más sensibles a efectos secundarios de los medicamentos, porque su metabolismo es más sensible, por eso los medicamentos se indican a dosis bajas y se debe ir vigilando como el paciente tolera el medicamento.

Indica que puede ser que en las primeras semanas no se vea ningún cambio, porque el medicamento se debe empezar en bajas dosis e ir haciendo las modificaciones por semanas o por mes; justamente para evitar que haya efectos secundarios.

Cuando se debe suspender el fármaco

Explica Sánchez Dorantes que es una pregunta frecuente que genera mucho miedo e incertidumbre cuando se inicia el medicamento. Lo que dicen los protocolo es que es de seis meses a un año; dependiendo de la intensidad del síntoma, porque hay unos niños en que tardan controlar el síntoma. Justamente por eso se va despacito; Entonces se tarda tres meses en que la dosis le caiga bien al niño. Por lo regular son seis meses estables y de ahí se empieza a disminuir, pero siempre y cuando el paciente lleve de la mano una intervención conductual.

“Hay padres que le quieren quitar la medicación, y no la ha llevado a terapia conductual en seis meses. En la terapia conductual el niño trabaja la modulación emocional. Si se quita el medicamento y no ha sido atendido en lo conductual, cuando se le separa el medicamento, se va a regresar a lo que había pasado antes y no porque sea adicto al medicamento o que haya generado una dependencia. El medicamento es una intervención momentánea y a la par que se debe trabajar la conducta. En ese tiempo el niño pueda cooperar para adquirir las habilidades y posteriormente hacerlo solo. Entonces es importante complementar las intervenciones”. Aconseja la especialista.

Terapias alternativas

Finalizó diciendo que las terapias alternativas significan que no está aprobado al cien por ciento que ayuda a los pacientes, prestándose a mucha, muy mala, información en el internet.
“La homeopatía no se recomienda pues no se sabe con qué se hacen las fórmulas. Muchos padres se van por lo natural, pero nosotros nos vamos con medicamentos cien por ciento científicamente investigados, donde todo está regulado”. Concluyó.

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CD/GL