Practicar la política con dignidad
Qué bonita es la política estilo la serie House of Cards. Cuando se trabaja en equipo y se tiene contacto con todo el gabinete. Kevin Spacey y Frank Underwood dieron una cátedra de como se debe ejercer la buena política, la de altura, no ruines, ni soez.
En México por ejemplo un político que sólo le faltó ser Presidente de la República fue Emilio Gamboa Patrón. Cuántas historias y anécdotas se va llevar a la tumba. Falta que escriba un libro. Manlio Fabio Beltrones es otro apasionado de la política, ni se diga de Alfonso Durazo Montaño.
El consultar de cómo amaneció de humor el Presidente con el secretario de Gobernación, cómo saber la agenda, el rol que juegan los secretarios particulares y cómo entre pares se filtran información.
En política no hay hombre muerto. Muchos han revivido entre las cenizas. Quienes se sentían todopoderosos hoy no figuran y los que fueron maltratados hoy son candidatos.
Hay que saber hacer un espacio, practicar la política con dignidad, con buenos modales debe ser un arte para quienes la disfrutan y le gusta ese quehacer.
Cuando cae en desgracia el líder de un grupo es momento de renunciar, no pasar el bochorno de ser despedidos, deben irse con dignidad y aprovechar ese tiempo venidero para la re flexión, para continuar estudios en ciencias políticas y descansar, disfrutar a la familia en tanto llega otra oportunidad.
Hay que saber ser los mejores, todo tiene un tiempo y espacio, hay momentos de tirar cohetes y tiempos de recoger varas.
Vargas considera la política como una ciencia social cuyo fin es iluminar y acompañar la organización de las personas en la sociedad. El político es el que ejerce esta ciencia, para el bien de la misma sociedad.
Definiciones llenas de bondad y esperanza que, en abundantes realidades, no se presenta así.
Todos hemos han escuchado frases como: ¡No hablemos de política para evitar peleas! ¡Los políticos no sirven! Y la misma Mafalda en su historieta, le endilga todos los males criticándola a tal punto, que su amiga Susanita le dice que parece la nuera de la política.
Muchos cuando tuvieron por ejemplo 20 años de edad y soñaban como todos los jóvenes con cambiar el mundo para bien, empezaron a militar en un partido político y querían representar al pueblo. A muchos de ellos seguramente sus padres les advirtieron sabiamente que de llegar, iba a ser empleados de ese pueblo, para el que tenía que trabajar tanto para los que lo elegirían como para aquellos que no.
Después Dios y la vida lo llevaron por otros caminos. Sin embargo, se quedaron con el hermoso recuerdo el hecho de que se consideraba una riqueza tener un amigo de otro partido. Amigos y amigas que aún, orgullosamente conservan el don de la amistad.
Hace un tiempo se escuchó en un curso y uno de los asistentes quería saber de qué idea política era el disertante, un señor trabajador, orgulloso de su familia y sus raíces. Ya algo cansado por la insistencia le contestó: Mis manos para trabajar son mi partido político. Consideraron que fue una respuesta coherente, sus manos desde ese lugar, construían la sociedad más allá de su voto. Vamos a votar en determinados momentos, pero a la comunidad, a la ciudad, al país lo nutren cada día con buenas acciones. Eso desencadena un estilo de vida que lleva a elegir candidatos que los representen y a los cuales deben pedirle cuentas. Eso es hacer política. Cada día y con el voto, darle el poder de representarme a quien considero mejor para un proyecto de sociedad digna.
Por eso mismo es irresponsable elegir candidatos por filias o por fobias. Es indigno que compren el voto con dinero, cargos o promesas irreales. Es de cristiano rezar el voto, pedir iluminación al Espíritu Santo, decir lo que pienso con mansedumbre y no lo es defender lo indefendible y generar brechas.
A veces se cae en vicios que atentan a la bondad de la política, ponen de ejemplo: Los personalismos, un partido no es una persona y una persona no es un partido, se debe considerar también que la sociedad no son los votantes y los votantes no son la sociedad, que ganar una elección no significa oficializar ideas propias, igualmente que perder no es oposición sistemática.
Vuelve a la pregunta del comienzo ¿es buena la política? Y responden que sí, como es buena la democracia. Ambas son instrumentos, no son fines, son herramientas, no son trampolines. Todos son políticos o debieran serlo, al buscar lo que es mejor para la sociedad, para la patria, aunque eso implique renunciar a tradiciones o a conceptos.
CD/YC
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