Nov 22, 2021 / 08:48

Construirán una candidatura con tiempo

Muchos hablan de que no son los tiempos para hablar de la sucesión en la gubernatura de Veracruz, pero el propio presidente Andrés Manuel López Obrador dio sin recato hace varias semanas algunos nombres de los que pudieran llegar a sucederlo.

A mitad de gobierno es cuando se está en la cúspide del poder. De acuerdo al libro que le escribieron, perdón, que se dio tiempo para escribir Miguel Alemán Velasco “Si el Águila hablara”, menciona que en el tercer año de gobierno es el del síndrome del Mesías. Mi verdad es la única y punto. El presidente está dispuesto a perder la vida si es necesario, pero no cede un ápice. Por encima de todo su verdad. No se busca comprensión: o estás conmigo o estás contra mí. No hay alternativa.

Sin embargo, el actual Presidente de manera inesperada para muchos, abrió el juego sucesorio entre sus colaboradores.

Con la soflama que a diferencia del pasado, “ahora no habrá tapadismo” y los aspirantes estarán a la vista de todos empezó a calentar los ánimos entre los Morenos.

Se ha mencionado que un político de la experiencia del tabasqueño sabe que esto pudiera traer ciertos riesgos, pero decidió aventarse al ruedo. Quiere cortar “orejas y rabo” en el proceso sucesorio de acuerdo a la tauromaquia.

De acuerdo a sus biógrafos, los que le hablan al oído, su idea es permitir que se construya una candidatura con tiempo suficiente para fortalecerla, aunque también le han advertido que expone a quien pretenda que sea el candidato o candidata a recibir más golpes durante un lapso mayor.

En el libro editado en 1996, Si el Águila hablara,  hay una parte donde se dice: ¿Que le pasa a Peña?... Una explicación que pudiera ayudar a entender lo que el Presidente quiso decir o lo que le sucede en su fatídico quinto año de gobierno, es lo que comenta Miguel Alemán Velasco, priista, ex gobernador de Veracruz, e hijo del ex presidente Miguel Alemán, es que Peña padece “el síndrome del quinto año, el de Iván El Terrible, que de todo desconfía, de todos teme traiciones y a todos ataca”.

“Llega el quinto año y dice el refrán que no hay quinto malo, pero a veces no es malo, es malísimo. Es el año del síndrome de Iván El Terrible. No tiene confianza ni en su hijo, su familia murió para él y se aleja simbólicamente, porque es entonces cuando mayores abusos comete y el Presidente ni se entera. Algunas veces se entera ya en el sexto, cuando es demasiado tarde”, dice Alemán. “En este quinto año, los chismes proliferan: amigos, parientes, ahijados, bendecidos y afines ponen ‘su granito de sal’, los medios se dan vuelo… Entonces “el país está administrado por los subsecretarios en acuerdos con el Presidente. Los secretarios “no se la juegan” y no le entran a las malas, sino sólo a las buenas. Saben que están en la “antesala de la historia” y dudan.

“Es el síndrome que vulnera a los mandatarios mexicanos durante el quinto año de su régimen… ahora ven que aquella gloria que vivían en su tercer mesiánico año, tiene los pies de barro y está a punto de desmoronarse. Empieza la desconfianza total, que obliga a hacer cambios, modificaciones y ajustes indispensables por males causados, piensan ellos, por haber aflojado riendas. Por otra parte, durante este quinto año, saben que brotará en forma oficial el nombre del sucesor… y piensan que les traicionará… Dudan de todo y de todos, piensan dos veces lo que hablan o comentan en sus acuerdos, pues no saben si estos comentarios, estas confidencias puedan ser utilizadas para favorecer a uno u otro precandidato (...). Asumen crueldad, dureza, falta absoluta de confianza en todos y afanes verdaderamente sobrehumanos por dejar al México que ellos soñaron y, lo peor, que creyeron ya habían construido, para generaciones por venir”, comenta Miguel Alemán en su libro.

CD/YC

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