Jul 12, 2023 / 09:20

Una anécdota de carretera

El ex presidente Enrique Peña Nieto, dicen sus biógrafos es un amante de la velocidad en carretera; un día se le perdió a los escoltas del Estado Mayor; se sintió en la película “Rápidos y Furiosos”.
La historia cuenta el día que el exmandatario tomó el volante, y sintiéndose dueño de la carretera, agarró caminó y se fue sin importarle nada.
Son precisamente algunos de los que en el pasado fueron cercanos a Peña quienes platican el hecho. Dicen que un día, cuando él viajaba hacia Valle de Bravo, decidió que quería manejar el mismo un auto bastante lujoso, de esos que ahora algunos les llaman “autos fifís”. Quizá el presidente es fan de las películas de “Rápido y furioso”, esas cintas en las que las carreras de autos y la adrenalina se conjugan. Cuentan que pisó el acelerador y que dejó atrás a todo su equipo de seguridad. ¿Imagine usted lo que sintieron los elementos del Estado Mayor cuando se dieron cuenta de que habían perdido al presidente?
Y así, por casi media hora Peña viajó solo, sin que nadie lo cuidara, como cualquier otro mexicano. Fue en una caseta de cobro que decidió parar, no porque quisiera esperar a sus guardias, sino porque no tenía dinero para pagar la caseta. Eso sí, se comunicó con el jefe de su seguridad y le dijo que lo esperaba en dicho punto para que pagara el peaje. Esta es la anécdota de aquellos tiempos en los que el presidente tenía a su disposición a un equipo impresionante de seguridad, y acceso a los autos más lujos y rápidos que pueda usted imaginar.

CD/JV

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