🗞 Efemérides del Periodismo Mexicano: Antonio Díaz Soto y Gama
El 26 de octubre de 1914 expiró el plazo para que la delegación zapatista se registrara en la Convención Nacional Revolucionaria de Aguascalientes y el día siguiente Antonio Díaz Soto y Gama, abogado, político y periodista, vivió un incidente histórico con la bandera en esa reunión; “Aquel fue quizá el momento más hermoso de la vida política de Soto y Gama”, escribió José Vasconcelos, testigo presencial, en “La tormenta” (1936).
Soto y Gama, nacido en San Luis Potosí, el 23 de enero de 1880, se tituló de abogado en el Instituto Científico y Literario de esa entidad y fue cofundador del Club Liberal Ponciano Arriaga, del cual llegó a ser vicepresidente.
Colaboró con Juan Sarabia en la publicación de El Hijo del Ahuizote y además en Vésper, El Colmillo Público, Regeneración, El Diario del Hogar, El Nacional y, en sus últimos años de vida, en El Universal. Falleció el 14 de marzo de 1967 en la Ciudad de México.
Combatiente contra la dictadura porfirista, teórico del agrarismo zapatista y revolucionario probó que murió en la miseria, Soto y Gama fue personaje estelar en dos cuestiones que mostraron su impetuosidad. Una fue la Convención de Aguascalientes con letras de oro en la sala de sesiones de la Cámara de Diputados. En la sesión del 27 de octubre de 1914, por considerar que lo zapatistas habían caído en una trampa, dijo en el inicio de su discurso.
Primero que nada es la opinión, aquí venimos honradamente. Creo que vale más la palabra de honor que la firma estampada en este estandarte, este estandarte que a final de cuentas no es más (toca la bandera) que el triunfo de la reacción clerical encabezada por Iturbide (voces “no, no”). Yo, señores, jamás firmaré sobre esta bandera. Estamos haciendo una gran revolución que va expresamente contra la mentira histórica, y hay que exponer la mentira histórica que está sobre esta bandera, lo que se llama nuestra independencia, no fue la independencia del indígena, fue la independencia de la raza criolla y de los herederos de la conquista, para seguir infamemente burlando… (voces, porque vuelve a tocar la bandera) al oprimido y al indígena…(voces, siseos, una moción de orden).
Esto provocó una tormenta, salieron a relucir las pistolas y Antonio Villareal presidente de la asamblea, trató de imponer la calma. Otro delegado, Samuel de los Santos, tomó la bandera y la llevó al extremo opuesto de la plataforma, diciendo: “Reiteremos por nuestro honor la bandera, y hagan el favor de dejar hablar a todos los oradores, Yo respondo de esta bandera”.
Soto y Gama reanudó su intervención para explicar que la asamblea no lo había comprendido: Él hablaba a nombre de México y de la Patria, él sólo se oponía a “que ese nombre sagrado de la Patria y de México, lo utilicen como simple farsa para maquinaciones políticas. Los del sur hemos visto claramente que en esta firma sobre la bandera, que significa el deseo de arrancar por sorpresa y de antemano, un compromiso, contrario quizá a los intereses nacionales, a todos los delegados aquí reunidos”. Se convirtió enseguida en el máximo defensor del lábaro patrio. Y, por ello, no podía permitir que a ese símbolo sagrado “se le traiga aquí como un trapo, para que ese trapo sirva para cubrir ciertas maquinaciones políticas, maquinaciones de ambiciones, a las que yo he querido absolutamente ser ajeno y a las que he querido combatir desde el principio de esta asamblea, desde su origen en México…”.
En el otro hecho Excélsior publicó el 11 de octubre de 1921 una información en la que se aseguraba que los diputados Díaz Soto y Gama, Octavio Paz Solórzano, Martín Barragán y otros acuciaron el electricista de la Cámara de Diputados, José Refugio Hernández, para que desprendiera las letras de otro con el nombre de Agustín de Iturbide. Las letras fueron recogidas por el intendente de la Cámara, Emilio Quintana, y quedaron bajo su responsabilidad. Cabe aclarar que el mismo diario y los demás de la Ciudad de México habían señalado el 10 de octubre de ese 1921 “el nombre de Iturbide. Las letras fueron recogidas por el intendente de la Cámara de Diputados, Emilio Quintana, y quedaron bajo su responsabilidad. Cabe aclarar que el mismo diario y los demás de la Ciudad de México habían señalado el 10 de octubre de 1921 que “el nombre de Iturbide va a ser borrado, 126 votos contra once en la Cámara de Diputados”.
Antonio Díaz Soto y Gama recibió en 1958 la medalla senatorial “Belisario Domínguez”, fue catedrático de historia y de derecho agrario en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, respectivamente. En 1948 hubo un movimiento estudiantil que nombró rector a Soto y Gama y acerca de ello Jesús Silva Herzog escribe en Una historia de la Universidad de México y sus problemas (1974) lo que sigue:
Porras y gritos entusiastas de los muchachos para su candidato a la rectoría, nada menos que el licenciado Antonio Díaz Soto y Gama, de 68 años de edad, hombre honrado a carta cabal, revolucionario zapatista un tanto anarquizante en sus años juveniles, fundador del Partido Nacional Agrarista y, algo, después de 50 años, profesor de historia en la Escuela Nacional Preparatoria.
Hasta el final de sus colaboraciones periodísticas Soto y Gama mantuvo su posición agrarista independiente y crítica de los actos gubernamentales.
CD/YC
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