Jun 08, 2023 / 07:41

Anécdotas de sucesiones presidenciales

Uno de los secretarios de Estado dijo en su momento que en los dos primeros años del gobierno José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco, mejor conocido como José López Portillo fue un presidente de

lujo, pero el auge económico derivado del petrolero creó espejismos en el horizonte político y relajó todo el quehacer gubernamental.

Para acelerar la expansión y tecnificación de Pemex se recurrió al endeudamiento externo, es decir, el déficit internacional de hidrocarburos los encareció e hizo suponer que por concepto de las exportaciones de petróleo las arcas nacionales seguirían captando divisas extranjeras sin límite. No obstante, en las vísperas de la sucesión, la depreciación del petróleo en el mundo fue estrepitosa y el país quedó en bancarrota. Sin duda, la impresionante fuga de capitales y la solicitud creciente de dólares por parte de particulares en los bancos, dejaron sin reservas monetarias al país y una devaluación que animó al presidente a expropiar la banca privada. De nueva cuenta, frente a un escenario de crisis económica sin precedente, López Portillo inclinó la balanza para favorecer la candidatura priista de Miguel de la Madrid Hurtado en septiembre de 1981, quien en ese momento se desempeñaba como titular de la Secretaría de Programación y Presupuesto. Los antecedentes de su educación formal eran su mejor carta de presentación, egresado de colegios lasallistas, con estudios universitarios y poseía un posgrado en administración pública en Harvard. Porque como funcionario de la alta burocracia era un personaje que políticamente era del centro sin carisma y poco reconocido, pero logró atraer el voto a su favor gracias a que en su campaña exhortó a la sociedad para llevar a cabo junto a él una renovación moral de la vida pública.

No obstante, la preparación de los hombres que integraron el equipo de trabajo del presidente Miguel de la Madrid, frente a un proceso inflacionario de casi el cien por ciento, sólo atinaron a instrumentar un mínimo de políticas para evitar un estallido social en el corto plazo. Los precios internacionales del petróleo siguieron a la baja hasta 1985 y las exportaciones representaban casi el 60 por ciento de la captación de divisas, es decir, la crisis económica seguía ahondándose. Por si fuera poco, en septiembre de ese mismo año se sucedió un terremoto que devasto la capital del país.

Sus habitantes, a quienes se les consideraba indiferentes a lo que se sucedía en su entorno, en minutos rebasaron cualquier programa de emergencia gubernamental y se organizaron para prestar auxilio a los afectados. Esta actitud marcó un hito en la historia contemporánea del Distrito Federal y a nivel nacional, a semejanza de las secuelas de los crímenes de 1968, las autoridades promovieron reformas y programas sociales incompatibles con sus planes de gobierno. Según la propia versión de De la Madrid, imprimió “nuevas modalidades” para que los priistas decidieran cuál sería su candidato a la Presidencia. Para ello realizó una especie de pasarela, donde cada aspirante expuso su programa político, pero con todo y esto inclinó la balanza por su secretario de Programación y presupuesto, Carlos Salinas de Gortari. Sabía
que esta decisión le acarrearía turbulencias, pero eso no obstó para hacerlo de otra manera, incluso se empeñó en ser el artífice de la conducción del proceso y su calendario, al menos en las fechas más relevantes.

CD/YC

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