Rafael Martínez Gómez, Rip-Rip (alias periodístico que también usaron antes, Amado Nervo, Juan Sánchez Azcona y Rufino Martínez Ruiz) nació en la Ciudad de México el 24 de octubre de 1881.

Ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y no pudo concluir sus estudios debido a una enfermedad visual.

Se dedicó a la tipografía y a principios del Siglo XX comenzó a participar en el periodismo de oposición al régimen de Porfirio Díaz.

Colaboró con don Francisco I. Madero en la redacción de El Demócrata, en Parras de la Fuente, Coahuila, y más tarde dentro del Partido Nacional Antirreeleccionista.

Al triunfo del movimiento maderista fue electo diputado federal. En 1913 combatió el usurpador Victoriano Huerta. Una vez derrocado éste publicó El Demócrata, con el seudónimo de Rip-Rip.

Participó como delegado del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México, en el Congreso Constituye 1916-1917, en donde intervino en la discusión sobre la libertad de imprenta. En su discurso estableció: El periodista hasta hoy no ha tenido garantías, no ha habido para él justicia, es él el que abre la brecha para los grandes movimientos evolutivos, es él quien recibe los primeros golpes de los reaccionarios indignados y de los déspotas con poder. Y estos golpes lo han encontrado siempre desprovisto de defensa, no ha tenido derechos y no ha tenido garantías.

Describió las persecuciones y encarcelamiento de periodistas durante el porfiriato, y el descuido en que incurrió la prensa revolucionaria tras el triunfo del maderismo:

De los periodistas pocos quedamos como periodistas; unos fueron administradores de aduanas, otros tuvieron tal o cual empleo y se olvidaron de los oradores, pocos quedaron también, pocos hablaban. Y en cambio los enemigos sí hablaron, sí escribieron, sí se movieron y por eso fueron fuertes. A la prensa enemiga no se le opuso prensa amiga fuerte y por esa circunstancia y por otras muchas aconteció que la prensa hubiese llegado al libertinaje.

Pensaba que una reglamentación del ejercicio de la prensa podría considerar, por ejemplo, lo siguiente:

Todo periodista tiene derecho a decir lo que quiera, pero al día siguiente, cuando se le presenten pruebas, está obligado a decir en el mismo lugar donde mintió, con los mismos gruesos caracteres, ocupando el mismo espacio, que no es cierto lo que dijo el día anterior…hay mucho que hacer en materia de reglamentación, pero no por reglamentar tendremos que incurrir en entregar al periodista en manos de jueces, porque tenemos perfectamente demostrado lo que los jueces han hecho con ellos…el gobierno tiene a su alcance muchos medios, muchos elementos para combatir al mal periodista; frente a un mal periódico, puede hacer dos buenos periódicos.

Rafael Martínez fue también colaborador de El Monitor, México Nuevo, Nueva Era, El Diario, El Diario del Hogar, La Patria, El Intransigente (órgano del Centro Antirreeleccionista), El Liberal, El Pueblo, Nueva Patria, La Prensa (1928), El Universal (1930-1931) etcétera.

Además, fue cónsul de México en Barcelona y presidente municipal de Dolores Hidalgo, Guanajuato.

Fue autor de la Revolución y sus hombres (1912); Madero, su vida y su obra (1914), Juárez inmortal (1925), Sálvese el que pueda y Los días de la rebelión delahuertista (1931).

Murió en Guadalajara, Jalisco, el 22 de abril de 1949.

CD/YC