***El protagonismo de los partidos políticos es un hecho fácilmente perceptible. Cualquier observador mínimamente atento a los acontecimientos públicos podrá apreciarlo sin dificultad. Se trata de un fenómeno general que se manifiesta con las mismas características que ajustan sus estructuras a los principios de la democracia representativa. Más aún, incluso aquellos que no la aceptan —bien por negarla expresamente, bien por propugnar otras formas de organización política pretendidamente superiores— no pueden prescindir de los partidos políticos, aunque, en ocasiones, no se les llame de este modo o se prohíban todos los demás distintos del que se ha hecho con el poder.

Ante el escaso protagonismo político de la mujer, la paridad política trata de que las mujeres superen el techo de cristal y participen de forma progresiva y comparable a la de los varones en el campo de lo público, reduciendo significativamente el espacio que dista entre el sexo masculino y femenino en este ámbito.

CD/YC