Lucas Alamán Escalada, estadista, político, economista, historiador y escritor, nació en Guanajuato, el 18 de octubre de 1792 y murió el 2 de junio de 1853 en la Ciudad de México.

Fundador de dos periódicos, El Tiempo y el diario clerical La Patria, fue hijo de padres españoles, cuya fortuna se asentaba en la minería, a la que más tarde él se dedicaría por entero. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio la Purísima Concepción de su ciudad natal; a los 13 años de edad ya traducía a los clásicos latinos, y a los 16 había sobresalido en matemáticas.

En 1808 se trasladó a la Ciudad de México e ingresó al Colegio de Minería donde hizo una brillante carrera, espacialmente en física, química, botánica y mineralogía. Más donde estudió francés, inglés e italiano y partió hacia Europa; visitó España, Francia, donde estudió alemán; ciencias naturales en el Jardín de Plantas de París y química en el Colegio de Francia; Alemania (en Freyberg estudió minería, y en la Universidad de Gotinga el griego). Posteriormente fue a Italia, Suiza, Holanda, Bélgica, Escocia y Prusia.

En 1820 regresó a México y fue nombrado secretario de la Junta de Salud Pública; años después fue designado diputado ante las Cortes Españolas, representando a Guanajuato.

En 1823, tras la caída de Agustín de Iturbide, el gobierno provisional mexicano lo nombró secretario de Estado y del despacho de Relaciones Exteriores. Afiliado al Partido Conservador, participó en las tareas gubernamentales y en la política.

Ernesto de la Torre Villar califica a Lucas Alamán en Lecturas mexicanas, tomo II (1966) de Estadista distinguido, economista, industrial, historiador. Fue uno de los políticos más inteligentes y honestos que haya tenido México. Añoró el pasado colonial en sus demostraciones más brillantes; actuó patrióticamente en todo momento y por su capacidad se convirtió en el cerebro del grupo conservador cuando desesperó de la anarquía en que estaba sumido el país. Su historia de México, escrita en prosa, si bien está llena de pasión, es una de las fuentes, más valiosas para juzgar el movimiento de Independencia y los problemas surgidos a partir de aquel momento.

De Alamán, Lorenzo de Zavala escribió un retrato político, en el que afirmó: Nada le ha parecido malo para conseguir sus fines; y la serie de actos sangrientos de que hemos visto manchado este periodo, aunque hacen responsables a Bustamante y demás ministros, han emanado principalmente de Alamán y de Facio. La base de la política que adoptó fue una alianza entre el clero y el Ejército; el hablar siempre de a la nación, haciéndole pinturas halagüeñas en los únicos periódicos, artículos que permitía  publicar; presentar los actos tiránicos de la administración como obra de la ley; al gobierno como inexorable ejecutor de ella, y reproducir en los mismos periódicos, artículos que hacía imprimir por medios de sus agentes en los países extranjeros, llenos de elogios de la providencias gobernativas y de esperanzas lisonjeras para el porvenir.

Por su parte Octavio Paz señala en El ogro filantrópico (1979) que Alamán fue el modelo de los historiadores José Vasconcelos y Daniel Cosío Villegas, declarado en el primer caso e implícito en el segundo.

“Vasconcelos sigue a Alamán en sus ideas y en su filosofía política; Cosío Villegas en su rigor intelectual y en su respeto por hechos y personajes, es decir por lo que se llama la “objetividad histórica. También lo emula en la exactitud cruel de ciertos retratos”.

Como secretario de Relaciones Exteriores le tocó a Alamán limitar la colonización estadunidense en Texas y firmar la separación de Guatemala. Creó el Banco de Avío, así como otras instituciones financieras e industriales.

Fue autor de las Disertaciones sobre la historia de la República Mexicana (1844-1849), de la Historia de México (1849-1852); Noticia de la vida y escritorios del reverendo padre Fray Manuel de San Francisco Crisóstomo, carmelita de la provincia de San Alberto de México, Del Apellido Nájera en el siglo (1854) de números artículos y de memorias políticas, económicas y otras relacionadas con la administración pública.

Durante la última administración del general Antonio López de Santa Anna, cuando una vez más ocupaba el cargo de ministro de Relaciones Exteriores, lo sorprendió la muerte en la capital del país.

CD/YC