De la Luna al virus del Covid: historia de la ilustración en las ciencias
Desde la teoría heliocentrista de Nicolás Copérnico hasta el virus del Sars-CoV-2 que causó la pandemia de Covid-19, el libro "Science Illustration. A Visual History of Knowledge from the 15th Century to Today" (Taschen, 2022) —con textos en inglés, español e italiano— hace un recorrido por la historia de la ilustración científica, herramienta que ha acompañado a grandes hitos de la ciencia.
Anna Escardó, la autora de este libro, quien también es ingeniera mecánica y licenciada en teoría literaria, explora el trabajo de 700 científicos y presenta 300 ilustraciones, entre las que destacan dibujos como el de una pulga, que se publicó en el libro Micrographia (1665), escrito por Robert Hooke y que fue el primer best seller científico; el primer dibujo detallado de la Luna, hecho por Galileo Galilei en 1610, y esquemas anatómicos como los de Leonardo Da Vinci y los de Christian Wilhelm Braune, pionero en usar cuerpos congelados para el estudio de la anatomía.
La ilustración científica, al igual que el conocimiento, ha evolucionado y hoy las imágenes principales que vemos en las noticias científicas tienden a ser realizadas por computadora. Pese a la sofisticación de la tecnología, el trabajo a mano persiste el paso del tiempo, dice Escardó a EL UNIVERSAL.
“Asombrosamente, al día de hoy con los escáneres 3D, las fotografías de gran angular y gran alcance y las ecografías, la ilustración científica hecha a mano sigue siendo la más exacta. Por ejemplo, ¿cómo tomarías fotos de un dinosaurio? Una ilustración te permite visualizar exactamente lo que el científico quiere comunicar a sus pares y al público. Por eso desde siempre la ilustración a mano, aun usando plumas digitales y tabletas, tiene ventaja”, declara la autora del libro.
Además, la autora aclara que la ilustración científica no necesariamente se trata de dibujos a todo color, pues también abarca esquemas, gráficas y tablas, que pueden ilustrar conceptos matemáticos, físicos y químicos. Por ejemplo, Science Illustration contiene imágenes como las notas, que datan de 1893, de Marie Curie sobre el grado de absorción del aluminio, hidrógeno y monóxido de carbono; un esquema a lápiz del paso de luz a través de un objeto, realizado por el propio Albert Einstein en 1916, así como un dibujo de la inhibición del moho, sobre una placa de petri, que hizo el microbiólogo y creador de la penicilina, Alexander Fleming, en 1928.
Si bien la ilustración a mano sigue siendo relevante en el campo científico, ¿en qué momento se dejaron de hacer mapas con viñetas de estilo renacentista, esquemas anatómicos con los cuerpos colocados sobre pedestales como si fueran estatuas y ángeles resguardando los títulos de estas infografías? Ahora todo es minimalista, sencillo y práctico. ¿Será que perdimos el gusto o que los científicos tienen menos tiempo?
Si bien durante el Renacimiento la ilustración científica era casi como una obra de arte, Escardó recuerda que estas imágenes son una herramienta comunicativa y aclara que para lograr una comunicación efectiva de la ciencia es necesario hacer una imagen clara y directa, por lo que la estética, si es que la hay, entra en un segundo plano. Esta idea de la sencillez comenzó en el siglo XIX y perdura hasta nuestros días.
Sin embargo, considera también que el tiempo fue un factor para la pérdida de decoraciones: “un científico debe estar actualizado, no le da tiempo para que sus ilustraciones tengan detalles. Tan sólo cada año se publican más de 2 millones de artículos al año”.
La también divulgadora científica aprovecha la ocasión para señalar que el tiempo es fundamental para el desarrollo de la ciencia y que la cultura de la inmediatez, impuesta por el ritmo de la tecnología y el Internet, se ha vuelto un problema en la comunicación de la ciencia.
estaban publicando notas al respecto. Hay que ser cautos, porque si no se crean falsas esperanzas, fake news. Insisto, el tiempo es importante”, sostiene la autora.
Además de comunicar la información de manera correcta, Escardó señala que la figura del divulgador científico es importante porque hace accesible el conocimiento. “El conocimiento de la ciencia aún hoy sigue limitado a una élite. Por eso creo que la siguiente revolución científica, así como lo fue la coperniana o la newtoniana, tiene que ser la de la democratización de la divulgación científica o seguiremos igual”, concluye.
Con información de: eluniversal.com.mx
CD/JV
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