Las playas de Villa del Mar definitivamente son las preferidas por el turismo de la Ciudad de México y sus alrededores como Puebla y Tlaxcala. Los bañistas se quedan casi hasta las nueve y media de la noche. Eso sí, no generan mucha derrama económica para los vendedores de esa playa. Se logra observar como familias completas, padres, hijos, nietos, abuelitos y hasta la mascota llegan a Villa del Mar y cada miembro lleva bolsas de plástico conteniendo refresco de cola, galones de agua potable, pan de caja, botanas, pero las “Glorias”, platanitos, volovanes, algodones de azúcar ni los toman en cuenta.

Entran a la playa “armados hasta los dientes”, pero con productos comprados en tiendas de conveniencia.

Aunque para todo hay. Muchos veracruzanos siguen consumiendo las “Glorias” en esos puntos de venta, de paso uno que otro antojito y es que los ambulantes salen “hasta de las pichanchas”.

Como que a los vendedores de Villa del Mar les falta gracias como Paco el de las empanadas de Acapulco o la joven de Catemaco que se hizo viral por la forma que vende los tegogolos, que son afrodisiacos, que es el viagra de los jarochos, en fin.

Falta que vendan los volovanes con enjundia, que le llegue a los chilangos la gracia de los veracruzanos, a ellos les gusta que los albureen y de esa forma de qué les compran, les compran.

CD/YC